Un día, en el que piensas que es uno más de tus días felices, alguien decide que no es así, que todo tu mundo se ha acabado y que da igual si lo quieres o no, si lo mereces o no, pero ya nada será igual.

Ese día la persona que más quieres te dice que ya no eres nada para él, que su amor murió, o nunca existió, que tu vida es una farsa. Y lloras y te desesperas, pero nada cambia.
Con el tiempo, te das cuenta que ese llanto y esa desesperación ya existía antes que llegara ese día, y te das cuenta que esa decisión ya llevaba un tiempo forjándose y abriéndose camino.
Claro, llegaron esas peleas provocadas por nada. Esas miradas de hastío y desamor que te hacían llorar y desesperarte. Así que ya llevabas un tiempo antes de ese día, llorando desesperadamente.
Y, cuando crees que ya no vas a llorar más ni a desesperarte, te das cuenta que no, que esa persona siempre tendrá una influencia nefasta sobre ti, hasta que sepas sobreponerte.
El llanto persiste cuando ves que llega el cumpleaños de tu niño y no hay ni una llamada, ni mucho menos un regalo. Cuando pasan unas Navidades y son tus hijos los que tienen que llamarlo porque no saben nada de su padre. Cuando ves k tus hijos están tristes y que no hay nadie que les consuele o se preocupe, sino eres tú misma……..y tantas cosas.
¡Se divorció de todos!

Sí, es cierto, el llanto y la desesperación no desaparecen nunca,¿ Cómo no se va a desesperar una madre? Cuando los hijos son lo más importante, lo único que importa.
Mónica
Damos las gracias a Mónica por esta preciosa carta de amor y le damos ánimos. ¡Un abrazo muy fuerte para ti!