La conocí en un chat de Venezuela. Ella estaba pasando por un mal momento con su novio y yo simplemente la consolé y poco a poco se entabló una amistad.  Ella siguió con su novio y yo con mi vida. Al año ella rompió con su novio y yo chateaba con ella como uno más de sus amigos cibernautas. Hasta que un día me cansé de los chats y del Messenger, y dejé de entrar, pasaron 2 ó 3 semanas que dejé de tener contacto con ella, me di cuenta que la extrañaba muchísimo y le escribí un e-mail diciéndole que creía que sentía algo por ella.

A los pocos días recibí un e-mail suyo en donde me decía que por casualidad entró en esa cuenta de correo, porque ya no entraba y que leyó mi correo, se mostró interesada por mis sentimientos. La cosa fue a más, hasta que le declaré mi amor. A mis 43 años, me enamoré de una joven de 22 años. Estuvimos mucho tiempo chateando, incluso tuvo problemas económicos y yo le enviaba dinero para ayudarla económicamente, hasta que entre nosotros creció un gran amor (al menos en mi), hablamos de planes de casarnos.

Compré una casa y trabajé muy duro para reformarla, para darle lo mejor a mi amada. Decidimos conocernos en persona y viajé a Venezuela, allí estaba ella, una preciosa morena con una sonrisa radiante esperándome en el Aeropuerto. Nos cogimos de la mano y creo que estuvimos así mucho tiempo. Todo iba muy bien… pero un día, ella me confesó que tenía un amigo íntimo de mi misma edad, con derecho a roce, con el que se reía mucho y se lo pasaba bien, pero que acordaron desde el principio tener una relación sin compromiso.

El mundo se me cayó encima  pero al día siguiente, le pedí que se quedara, a condición de que nunca más tuviera contacto con ese amigo y ella aceptó. Nos casamos y todo fue muy bien, pero a los 2 años las cosas empezaron a torcerse, descubrí que había estado hablando y chateando con su amigo. Me enfadé muchísimo, estuve a punto de separarme de ella, pero al final  la perdoné. A partir de ese momento, me volví más desconfiado en la relación. Pasamos otros 2 años más con muchos altibajos, yo presentía que ella seguía engañándome. Nunca dejó el contacto con “sus amigos-pretendientes”, se pasaba horas en internet, chateando. Me refugié en el trabajo, pronto llegó la monotonía, dejamos de comunicarnos, casi no hacíamos ni el amor, y la verdad es que dejé de desearla, pero aunque parezca mentira, a pesar de todo nunca dejé de amarla, siempre pensé que al final las cosas se arreglarían entre nosotros, pero me equivocaba.

Un día pensé que sería una buena idea que ella viajara a Venezuela, para que se reencontrara con su familia después de 4 años sin verlos. Se fue y cuando regresó, llegó  muy cambiada, la sentí completamente fría, totalmente ausente. Los 2 años siguientes sólo fuimos compañeros de piso.

Como es lógico, ella se fue a Venezuela, para regresar poco después sólo para firmar el divorcio y recoger la nacionalidad española, en realidad sospecho que durante los últimos meses estaba ganando tiempo, sólo hasta que le concedieran la nacionalidad.

Lo más triste de mi experiencia, fue descubrir, que la persona que amé con todas mis fuerzas, nunca me amó.

Marcos

Damos las gracias a Marcos por escribir su historia en esta carta y deseamos que encuentre al amor de su vida