Querida amiga y compañera:
Aquella que ha presenciado mis lágrimas, aquella que me dio fuerzas para
seguir, aquella que me decía lo que estaba mal.

Mi confidente, mi luz en el camino, mi todo, te podré comparar con mi
ángel guardián. Aquella que me hace ver mis errores y los acepta
también, la única que sabe lo que voy hacer.

Si alguna vez te lastimé, lo siento, no lo quise hacer.

Pero si un día te me vas, espero no olvides a tu amiga sin igual, aquella
que te acompañará aunque sea solo en tus recuerdos.

Siempre pensé que nuestra amistad sería especial, que sería capaz de
sobrepasar la barrera del tiempo; que vería pasar estaciones incontables;
sabes, tenía tantas expectativas puestas en ti; necesitaba tanto alguien
en quien confiar…

Supe que ambas teníamos cosas que enseñarnos, que la vida nunca se
equivoca, que nos tenía sorpresas preparadas y sin duda no creo haberme
equivocado…

Sí, cosas buenas y malas; la mayoría de las veces las cosas suelen ser
así de ambivalentes…

Tú sabes que para ti seré tu amiga para siempre. ¡Sabes por qué?

Por tus consejos, por nuestras travesuras, nuestros enojos, nuestras
penas, nuestras alegrías y miles y miles de sentimientos que años tras
años se han ido formando y que nunca olvidaré.

Fraternidad, hermandad, complicidad, creo que estas palabras se adecuan
bien para definir nuestras vidas.

Nuestra amistad, querida Inma, no la regalaría a nadie ni la olvidaría por nada del
mundo.
Tu gran amiga Katerina.
Damos las gracias a Katerina por esta preciosa carta a su amiga Inma.