Querida amiga,
Aquella que ha presenciado mis lágrimas, aquella que me dio fuerzas para
seguir, aquella que me decía lo que estaba mal.

Mi confidente, mi todo, mi luz en el camino, te podré comparar con mi
ángel guardián
. Aquella que me hace ver mis errores y los acepta
también, la única que sabe lo que voy hacer.

Si alguna vez te lastimé, lo siento, no lo quise hacer.

Pero si un día te vas, espero que  no olvides a tu amiga sin igual, aquella
que te acompañará aunque sea en tus recuerdos.

Siempre pensé que nuestra amistad sería especial, que sería capaz de
sobrepasar la barrera del tiempo, que vería pasar estaciones incontables,
sabes, tenía tantas expectativas puestas en ti,  necesitaba tanto alguien
en quien confiar.

Supe que ambas teníamos cosas que enseñarnos, que la vida nunca se
equivoca, que nos tenía sorpresas preparadas y sin duda no creo haberme
equivocado…

Sí, cosas buenas y malas; la mayoría de las veces las cosas suelen ser
así de ambivalentes.

Esta no es una típica carta para las amigas, es una carta especial
para ti.

Nuestra amistad no la regalaría a nadie ni la olvidaría por nada del
mundo.

 
Y aunque pasen los años espero que nuestra amistad perdure a través de los tiempos.

 

Tu amiga

 

Lucia