Por las mañanas, cuando mis ojos saludan un nuevo día, mi pensamiento flota con tu recuerdo y traspasa las fronteras del amor y la adoración.

Lo que siento por ti aún no tiene nombre, es algo transparente y puro, de gran intensidad.

Sólo quiero abrazarte y jamás soltarte, quiero que nos fundamos el uno al otro para ser sólo uno pero con tu corazón intacto para amarlo eternamente.

Quiero hacerte la mujer más feliz del mundo, día a día de la mano navegando por el mar de tus sueños e ilusiones, quiero que seas tú, la mujer de la cual me enamoré perdidamente, de la mujer que es dueña de todos mis pensamientos.

Te amo y por mil eternidades te amaré.

Gracias a Jorge Mario por esta carta de amor.