Hoy es un día de esos en que los recuerdos me embargan, pero no para llenarme de nostalgia, sino para hacerme feliz… Pienso en ti, en nuestro matrimonio y en nuestros hijos.

Alguna vez leí, pienso que lo leímos juntos; o mejor aún, que tú me lo dijiste: que los rayos del sol a través de una nube, son los dedos de Dios. Quizás lo vimos en una película, eso que importa! Los dedos de Dios tocaron la tierra y es una familia que en mi casa me espera, Dios me ha bendecido! Lo hizo con dos hijos y por supuesto contigo, mi bella esposa!

Nuestro matrimonio ha tenido altas y bajas, pero no porque seamos ricos o seamos malos, las buenas o las altas en un matrimonio no son las riquezas, es la armonía! Dicen que no se puede tener todo en la vida… qué tontería! Dios es generoso! Su bondad es infinita! Nos da todo en la vida!
Sin embargo cuando no se tiene fe, ni se conoce la espiritualidad, se carece, no se está satisfecho con lo que se tiene y se puede caer en vicios o promiscuidad, no se le da al matrimonio la importancia que como un sacramento tiene.

El amor en el matrimonio nace del alma y sale de la recamara, el amor no es sólo pasión en la intimidad… el amor es compartir sueños y metas, el verdadero amor se demuestra con la ropa puesta, el amor se entrega no cuesta, el amor no es juego de azar o una apuesta, el amor es hermoso, el amor eres tú… mi bella esposa.

Gracias a Eduardo por esta hermosa carta a su mujer.