Mi carta es un mensaje de como  mi familia y yo sobrevivimos de una extrema pobreza. Para mi ser pobre fue una bendición, porque en la pobreza conocí la riqueza.

Éramos 7 hermanas y mis padres. Nosotros vivíamos en un pequeño pueblo, en una casa  de barro y  techo de paja, muy pequeña; sin luz  y sin muebles.

Las camas eran  catres de tres en tres, cocinábamos con fogones de leña, nuestro baño era un hueco y nos aseábamos fuera y con vasijas nos echábamos agua. En fin todo era normal para nosotras y éramos muy felices. Sin fiestas,  sin navidades y sin nada especial. Las comidas casi siempre lo mismo, yuca, arroz con frijoles y la carne la veíamos dos veces al mes. Pero la fruta no nos faltaba nunca, mangos,  piñas, tamarindo etcétera.

Pero ahora mi vida ha cambiado: he viajado por Europa, estudié y hablo tres idiomas y tengo un negocio. Me he dado ciertos gustos, y disfruto todo lo que hago.

Yo  nunca me quejé de mi pobreza, siempre me comía con gusto lo que había en casa y jamás cambiaria mi pobreza por lo que tengo hoy. Era una vida transparente limpia, sin futuro;  vivíamos el día a día.

Me doy cuenta que para mí la pobreza fue algo positivo;   íbamos limpios, no pedíamos limosna, no teníamos vicios, Hoy día se confunde la pobreza con la lástima, los vicios con la suciedad.

De los  barrios pobres lo primero que se muestran es la basura, la droga y otros vicios; eso no es ser pobre.

Se puede ser pobre y ser limpio, transparente, tener sueños e imaginar un futuro mejor.

¡Lo más importante es  luchar por nuestros sueños!

 

Flor Medina

Damos las gracias a Flor por sus  acertados pensamientos.