Es increíble y no es una costumbre ni una obligación, es verdadero y puro amor.

Éramos tan solo unos niños y aquel verano del 71 te vi por primera vez; fue un impacto total, me quede paralizado mientras mi corazón latía a un ritmo vertiginoso. Desde aquel momento me olvide de todo lo que me rodeaba.  Es muy difícil explicarlo a pesar de haberlo vivido.

Esta niña llamada Isabel se hizo mujer a mi lado al igual que yo me hice hombre al lado de ella. El día en que nos casamos,  fue el más feliz para los dos;  esperábamos este día como un sueño cumplido.

Trascurrió el tiempo y llegaron los hijos, bueno las hijas, Rocío, Isabelita, Inés y Margarita y nuestro amor se fortaleció aun más ya que estaba enlazado con ellas. Escribo y me saltan las lágrimas de emoción.

A veces cuando mi amor duerme,  la miro y veo aquella niña, hoy una señora de cincuenta ya abuela  de nuestro sexto nieto; es muy guapa y unas  pequeñas e imperceptibles arruguitas en sus ojos, hacen que me emocione aun más.

Mi amor a seguido creciendo con el paso de los años, haciéndose más fuerte !Soy un loco, un apasionado de mi mujer!  Nunca la engañé con nadie ni traicioné nuestro amor a pesar de que fui joven y atractivo.

¡Mi mujer me lo a dado todo! todo lo que un hombre necesita para ser feliz y eso me lo  ha dado y me lo sigue dando cada día.

¡Te amo mi amada dama Isabel!

R. Abelardo

Agradecemos a R. Abelardo la hermosa carta que dedica a su amada esposa Isabel.