Te dije una y tantas veces que te amaba, lloré, supliqué y  me postré de rodillas mirando al cielo, suplicando por tu amor.

A solas en mi cuarto, derramé lágrimas de amor, lloré como lloran los hombres cuando pierden un ser amado; te pedí y hasta te supliqué que te casaras conmigo.

Te dije que aparecí en tu vida para hacerte feliz; mi misión era hacerte feliz y no valoraste este

corazón puro que sólo llego a ti con el único afán de amarte.

Te respeté y hasta te fui fiel sin siquiera saber quien eras. Implore tan solo un poquito de tu amor, pero hoy mi corazón se canso de sufrir. Me he mantenido puro para entregarme por entero a tu amor y sin importarme tu desprecio, a tu amor me aferré.

No quiero borrarte de mi mente, sin antes decirte, adiós mi amor, cuando veas una rosa sólo esa rosa te dirá cuanto te amo, porqué yo ya no volveré a enviar a tus oídos ni un suspiro, ya no volveré a escribir para ti ni un poema ni una frase de clamor, ya no volveré a recordarte mi amor en un poema, de mis labios no volverás a escuchar mis cuitas de amor y aunque te siga amando en silencio, mi corazón no volverá a suplicar tu amor. Pero siempre que pases por un jardín y veas entre tantas rosas la más hermosa, acuérdate de mí.

No te culpo, tú no tienes la culpa de este amor que en mi alma para ti nació pero mi corazón ya se canso de esperar a quien nunca me va amar.

Nunca más volveré a enamorarme; mi destino es ir solo por la vida y olvidarme que un día una bella flor en mi camino encontré.

Autor: Ronald Ramirez Elizalde.

Damos las gracias a Ronald por esas bellas palabras de amor  y esperamos que lo encuentre por fin.