Hemos suspirado de alegría y emoción no importando la ocasión.

Tus palabras han sido las que han abrazado mi alma en noches de soledad y desconsuelo.

Me enseñaste que las lágrimas de vez en cuando son buenas y que con ellas aprendemos a purificar nuestra alma y espíritu.

Demostramos que una verdadera amistad no conlleva necesariamente años, sino que se forma de momentos y experiencias especiales como la que tú y yo hemos compartido en poco tiempo.

Gracias a Micaela por esta carta de amistad